Cuando Alex encontró a Bo…

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    Había una vez una niña chiquitita –ya, no tan chiquita en realidad- que desde muy nenita tuvo claro lo que quería ser cuando fuera grande, aunque a medida que fue creciendo, se fue alejando cada vez más de su sueño, hasta que un día “zas” simplemente lo olvido.

    Principalmente por hacer todo lo que se supone debía hacer para poder ayudar a su familia, y claro está, para poder adaptarse y sobrevivir a las circunstancias y a la sociedad. Sin embargo, ella notaba algo extraño, percibía que poco a poco se marchitaba. No hacía más que vivir soñando otra vida y era tan distinta a la que tenía, que casi se asustaba de sus pensamientos. Solía quedarse mirando durante horas a la nada, totalmente inmersa en sus pensamientos, volando lejos con las alas de su imaginación y viviendo internamente una doble vida, así conseguía pequeñas dosis de la libertad que le eran negadas en el mundo real… Lo malo es que se acostumbro a esa doble vida y, no hizo nada por hacer realidad su sueño…

    El caso es, que a pesar de tener una vida real “relativamente normal” rodeada de gente querida, creció sintiéndose siempre fuera de lugar, como si nadie la entendiera, como si hablara otro idioma, un poco muda tal vez… a menudo sentía que sus palabras solían resbalar por la pendiente enjabonada de la indiferencia o del desinterés de los de su entorno, a veces se animaba a hablar su idioma hueco y superficial, pero la mayor parte del tiempo prefería callar y encerrarse en su mundo paralelo, prefería hablar con ella misma, con su amiga “soledad”, aprendió muy bien el viejo arte de callar y de hablar con los ojos, comenzó a desahogarse con el espejo, a conversar con sus objetos materiales, “su carro – su templo”, y lo peor de todo, aprendió a reprimir su corazón y sus sentimientos. Aunque por loco que parezca, se adapto tanto a ese estilo de vida, que de alguna forma alivio la desazón de sentir que nadie la entendía.

    Hasta que un día lluvioso, el destino y el universo entero complotaron a su favor y se apiadaron de ella, – que como? – invitándola a merodear dentro del espacio de un “hombre de verdad” uno que amaba de verdad a las mujeres y las respetaba por sobre todas las cosas, el mejor de todos, su “Bo”.

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    Ella comenzó a observarlo detenida y silenciosamente, poco a poco fue invadiendo muy sutilmente su espacio y llamando su atención, hasta que un día ya finalizando el mes, el se animo a jugar un poco y le propuso entrar en una “Zona Dengerous Game” ese fue “EL MOMENTO” ya no había vuelta atrás, desde el primer instante en que acordaron las reglas de aquel juego, todo su controlado interior se tambaleo por completo, tuvo claro que había encontrado un oponente capaz de entender su idioma, porque más allá de la confianza y la seguridad que le inspiraba, y de la fuerte conexión que sintieron desde el principio, fue  justo en  “ese momento” en el que no buscaba a nadie, que encontró a alguien dispuesto a escucharla y también entendió que por esa desventaja perdería el juego antes de comenzar…

    Bo intuyo desde el primer momento la fragilidad de su corazón, lo vio en sus ojos, estaba escrito en su mirada. Y fue esa mirada la que lo indujo a protegerla, porque lo que veía en esa mirada no era una tontería, no se trataba de que se te hubiese caído la barra de labios en una alcantarilla, ni de que se rompiese un tacón al caminar bajo la lluvia… no, no, sabia que se trataba de algo mucho más complicado y profundo, y era un reto para el, casi un ataque a su inteligencia, a sus emociones, a su empatía», y uno de los problemas más gordos que siempre tuvo en la vida, es que le costaba mucho decir NO¡! u olvidar un reto semejante. Cuando además estaba seguro de que podía con el…

    Era evidente que a ella la consumía el deseo de hablar y desahogarse, y sin embargo nunca le pregunto, ni la presiono, simplemente espero a que ella estuviera preparada para contarle, y con mucho tacto se gano muy rápido su confianza, su cariño… su amor.

    Mientras tanto, ella, vivía una batalla campal con su yo interior que se negaba a dejar salir esas palabras que tanto le pesaban y que se aglomeraban en su garganta, pero esta también era una batalla perdida con semejantes contrincantes: un enjambre de palabras revolucionadas y ansiosas por salir y un guerrero que se vino con todo, “como los viejos sumarais iban a las batallas: a morir”. Fue inevitable, al poco tiempo de su victoria, las palabras se armaron de valor y se apelotaron en la muralla -hasta entonces impenetrable- de sus labios, pujando con todas sus fuerzas para salir de una vez, y apenas abrió sus labios comenzaron a hacerlo con mucha cautela y un poco nerviosas pero tan felices e impresionadas que solo fueron capaces de coordinar dos palabras coherentes: “TE AMO”.

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    Y así, lentamente su corazón se fue abriendo hasta dejar salir cosas que tenía guardadas muy dentro de su interior y que nunca quiso compartir con nadie, a pesar de que sabía que lo necesitaba más que nada en el mundo, no solo porque la hacían sufrir mucho, sino porque la avergonzaban y pensaba que la juzgarían y recriminarían. No fue así, por lo menos no con Bo, el no era de los que juzgan, todo lo contrario, el era de los que comprenden, apoyan y prestan su hombro, y que hombro eh!!! Luego de desahogarse con él, fue como si se liberara de si misma, el literalmente la enseño a hablar, a entregarlo todo, a respirar con el y a llorar con el. Fue tan mágico que para ambos que “no existía nada debajo de las estrellas que pudiese pagar la inmensa deuda de amor, ternura, confianza y sobre todo de reconciliación que se regalaron desde ese momento”.

Alexandra D. 

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